jueves, 4 de octubre de 2012

siéntese


                                  "el poeta no es un filósofo sino un clarividente" J.R.Jiménez

Juan Ramón Jiménez,
acogía en su mesa
en el Café Gijón.
Bullían las mentes
genios estrafalarios
que no se perdían
en la falacia.
Versos
un hombre
de chaqueta y barba,
escribía:
"¡Ay que torno a la llama
que soy otra vez lengua viva!"
"Conciencia en pleamar y pleacielo,
en pleadios, en éstasis obrante universal."
Abrió su círculo a aquel pastor poeta
humilde, le brindó las sillas de la mesa.
Mientras, en otros grupos, se mofaban por su naturaleza.
Habló a Miguel Hernández.
Era envidia, de la madera presentida
de la escritura a la sombra del almendro
que sí supo intuir el equilibrio
del hemisferio derecho
de Juan Ramón.




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